lunes, 27 de octubre de 2014

Trilogía Halloweeniana


¡Oh my CAT!

    Jugaba con el puntero láser mareando a un gato negro para lastimarlo con los trozos de cristal de un espejo que rompí. Así vería todo su sufrimiento pero algo muy extraño ocurrió.

    El felino se cortó ¡Miaaaauuu! Me miró fijamente mientras se lamía la pata. De pronto me vi envuelto en una nube de humo que, al inhalar, provocó que me desplomara.

    Abrí los ojos. Intenté incorporarme con tan mala suerte que me corté con un cristal. Chupé la herida. Miré sobre mí y un niño jugaba con un puntero láser. ¿Pero qué…? ¡Una lucecita roja! ¡Serás mía!




Asesinato en vísperas de Halloween

    Le asestaba puñaladas muy profundas y no se oía ni un grito. Tal vez fuera porque no tuvo escapatoria y asumió su fatal destino.

    El psicópata reservó el cuchillo más afilado para rebanar la parte superior de su cabeza y separarla completamente del cuerpo. Operaba sin la menor compasión perfilando la piel, cortándola y vaciando todo su ser. Con el lento pasar del tiempo, ella iba adquiriendo un rostro desolador porque, aunque muerta, parecía estar viva. Para terminar el ritual, limpió rigurosamente toda la habitación, colocó dentro una vela encendida y  puso la tapa a la inocente y terrorífica calabaza.






Día de Muertos

- ¡Vieja bruja! Has envenenado mi alma con pociones y brebajes. Tu conjuro no hará efecto en mí pues aquí tengo mi enorme daga cargada de voluntad divina para acabar con vos así que ¡suelta esa escoba, maldita!  - dijo Patrick despojándose de todas sus ropas.


- ¡Eres un fantasma! ¡Vaya mierda de daga! ¿Acaso piensas barrer tú? - contestó Meryl doblando con sus palabras el filo de la hoja de la pequeña daga.





Muahahaha

¡¡¡Feliz Halloween!!!


miércoles, 22 de octubre de 2014

El perro de Orión

- Me cuesta acostumbrarme a estos amaneceres – comentó con la mirada perdida en el horizonte.

- Comprendo Dog pero estoy seguro que podrás hacerlo. Respira profundamente y notarás el olor de la pasiflora. Aquí todo lo envuelve – contesté intentando que se encontrara más cómodo.

                Dog tenía una mirada en la que se podía confiar. Unos ojos limpios, expresivos y muy leales. En un primer contacto, ambos mostramos asombro al ver la rapidez con la que nos entendimos. Ninguno de los dos sentimos miedo en aquel momento por eso fuimos inseparables.

Pocos fueron los datos que reveló acerca de su extraño mundo pero se veía el sufrimiento en su mirada. Hablaba de todo lo que quedó destruido y que pocos fueron los que pudieron huir. Fue quizás el único superviviente de su especie y eso le atormentaba. Fueron muchos los días que intentó establecer contacto sin respuesta. Al final se adaptó y desistió dando a su mundo por extinto. El resto nos adaptamos a él e intentamos durante su corta vida que no se sintiera tan solo.

Recuerdo con cariño aquella mañana que le saqué a pasear y me dijo, tal vez mintiera, aquello sobre su vida pasada.

- Es muy cálido el abrazo de esta enredadera. ¿Puedo decirte algo? – me preguntó.

- Claro Dog. Puedes decirme lo que quieras. Somos ya buenos amigos – le dije.


- A esa estrella la llamábamos Sirio, la más brillante. Es curioso que en mi planeta también recibía el nombre de “la estrella perro”, Alfa de Canis Majoris. A veces pienso que esto es un sueño del que no quiero despertar porque de donde vengo, sería impensable poder hablar con un perro. Pero me alegro, sea o no sueño, de haberte conocido Orión – mencionó con una sonrisa.


viernes, 17 de octubre de 2014

La mejor comunicación es con la lengua

Relato para el concurso a dúo Amor/Odio
Colaboración de Fernando Mora y Ana Lía Rodríguez


     Mark esperó en el portal a que apareciera Britney por la escalera. Como todo buen caballero portaba, entre sus manos temblorosas, el ramillete para ponerle en su frágil muñeca. Apareció, de pronto, como un ángel bajando las escaleras.

- ¿Qué tontería es esa Marga? ¿Dónde se ha visto que un guaje de 17 años sea un caballero? Según como lo has descrito, ¿qué coño va a temblar? Es el capitán del equipo de fútbol – escribió Adrián en el google Drive cortándola de forma brusca.

Su vestido, de un deslumbrante tono pastel, dejaba entrever un recatado escote. Sus brazos, cubiertos por delicados guantes de organdí, parecían etéreos. La madre de Britney no pudo reprimir una lágrima de orgullo. Su padre, adusto, pipa en ristre, asentía aprobando, sin perder un ápice su dignidad.

- De verdad, Adrián, que tienes la sensibilidad de un botijo. Ya presumías de ella cuando empezamos a salir. Sólo me acompañabas al portal para magrearte conmigo. Y yo te dejaba hacer porque estaba perdidamente enamorada de ti. Qué niñata era – editó Marga cambiando el color de la fuente.

     Mark le ofreció la mejor de sus sonrisas. La colocó el ramillete sobre el guante sujetándola suavemente. Estaba atónito frente a tanta belleza y fue ahí, justo en ese preciso instante, donde se dio cuenta que la amaría eternamente. Serían los reyes del baile de fin de curso.

- ¡No te pongas así! Tus pechos siempre me gustaron más y eras facilona. Además que importa si ella nunca me hizo caso. Al final me casé contigo, ¿no? Escribe y no te enfades. A ver si ganamos este concurso. O si quieres lo dejamos para luego y cenamos, ¿qué hay de cena? Tengo hambre – mecanografió Adrián.

Corrió a abrirle la puerta del Cadillac ElDorado de su padre. Britney temblaba como una hoja. Había soñado con este baile toda su vida y ahora se iba a cumplir. Con Mark.

- ¿Es que no escuchas nunca? Estoy harta de tu falta de respeto. Sólo me quieres para que te cocine o lave tus asquerosos calzoncillos. Los gestos de cariño ya sólo los reservas cuando quieres que me abra de piernas. Y casi ni eso. Sólo te falta, al terminar, limpiarte con las cortinas. Lo nuestro se nos está escurriendo entre las manos – contestó Marga cambiando la fuente para que destacara.

- Marga, no cierres el Drive. ¡Por favor te lo pido! Eres muy escandalosa y tergiversas lo que pongo. No mal interpretes. Te has desconectado. No me obligues a usar el Whatsapp que no me entran los dedos en las teclas. Contesta o me levanto. Me voy a levantar. Me estoy levantando – escribió Adrián cambiando el tamaño de la letra.

- Abre  ¡por favor! No te pongas así. Es sólo una ficción para un concurso – dijo desde el otro lado de la puerta del cuarto escuchando un sollozo.

- Pero ¿es que no te das cuenta que ya no nos comunicamos más que por chat? ¿Qué nos está pasando? Ya sé que es un cuento de hadas con lo que vamos a concursar. La vida real no es así y el amor es algo mucho más vulgar, pura química cerebral. Pero me entristece que veas a Britney como nunca me has mirado a mí. Y me hubiera gustado que lo nuestro hubiera sido un poco más cursi – contestó Marga llorando y abriendo la puerta.

- ¡Anda tonta! No te pongas así. ¿Quién tiene mis pechotes? ¡Nene quiere leche! ¿Un pinchito rápido? – dijo Adrián magreándola y causándola una sonrisa.


- Ya estamos como siempre – contestó Marga quitándose la falda y obligándole a agacharse.


viernes, 10 de octubre de 2014

El Dios oscuro y silencioso

    Los gritos de la gente siempre están fuera de lugar y por eso lo ocupan todo. Son tan descarados que no dejan a la calma intervenir en ningún momento. Por esa razón, Isaac permanecía inmóvil en su cama. Fue inútil su intento de cerrar las ventanas y las puertas, bajar las persianas e, incluso, apagar la luz. Ya nadie respetaba la intimidad porque habían olvidado la plenitud de compartir un instante con uno mismo. Eran malos tiempos para diseñar alguna estrategia que aplacara el miedo de la gente por la oscuridad y el silencio así que era más fácil buscar la salvación personal.

    A pesar de todo, él lo intentó. Seguían llegando a sus oídos los ruidos de las voces pero puso toda su concentración en ese momento hasta que, por fin, abrió los ojos.

    ¡Bendita evasión! Pensó para sí mismo. Estaba creando su mundo. Cualquier otro que hubiera estado ahí pensaría que era un mundo hostil y tétrico pero era por la superficialidad que caracteriza a los comunes. Había deseado tanto ese momento que puso en cada detalle todo su ingenio. Siempre supo que estaba preparado para ese instante de placer pues lo había estado esperando toda su vida.

    Para él era fantástico inventar tonos de oscuridad que, por supuesto, si alguien lo hubiera visto, al pertenecer al común de los mortales, no hubiera distinguido unos de otros. Simplemente vería una oscuridad profunda y extrema que le obligaría a temblar de terror.

    Una vez hubo detallado la nueva gama de color, se centró en el sonido. Había escuchado tanto ruido que incluso la melodía más sonora le resultaba odiosa. Le surgió la necesidad de crear una nueva medida que determinara los tipos de silencio y suprimió absolutamente el sonido. Fue haciendo correspondencias y combinaciones de medidas y grados de silencio con tonos de oscuridad construyendo así un nuevo universo.

    Otro cualquiera que hubiera estado ahí se hubiera muerto del miedo porque para la gente común sería un infierno.

    Esta era la base de su todo. Sólo faltaba eliminar cualquier cosa que le recordara el mundo del que pretendía huir. Así fue olvidando a la gente, cualquier persona conocida o no conocida. Pensó por última vez en sus padres y hermanos, luego en sus amigos, también en su esposa, hijos y nietos; en los compañeros del hospital, otros médicos y enfermeras con los que pasó demasiado tiempo entre gritos. Lo más curioso fue que en ninguno de esos pensamientos hubo una reacción, ni buena ni mala. Simplemente olvidó todo.

    Su cuerpo cayó hacia un lado de la cama. Su esposa escuchó el golpe y fue corriendo a ayudarle. Intentó incorporarle pero fue inútil. En uno de los intentos algo cayó al suelo. Ella lo recogió. Era un frasco de cristal con una pegatina donde estaban las letras de Isaac y decían “Prueba #367 Sarín: Schrader, Ambros, Rüdiger y Van der Linde ”.

    Isaac siempre fue un soñador. Su máxima era un universo oscuro y silencioso por lo que con esfuerzo y sacrificio, lo consiguió.


a las sombras del pasado que, por fortuna, mata el tiempo

miércoles, 8 de octubre de 2014

Coyunda

- Arguyo por tu inspección que percibes la cohesión que nos apremia a adosarnos. El grato galanteo de nuestras trompas bregándose por adueñarse de las fauces del contendiente para embolsarse el laurel. Ese mismo que alborotará las ansias y propiciará que ninguno de los dos ceje en su empeño. El esparcimiento presumirá de dilatar nuestros anhelos y nos pilotará a descubrir nuestros luceros para usufructuar la esencia del otro. Es justo ulterior a ese trance efímero cuando se congregarán precintándose nuestros calinosos morros y principiará el vals de nuestras sinhuesos al compás de sonsonetes en forma de acezos exhortándonos al fin a exhibir nuestra concupiscencia.- declaré a mi galán con cúmulos gustos retrepada en nuestro tálamo.

- ¿Cómo?- interpeló pacato despojándose de su terno desenmascarando así su nervudo talle y suscitando aleteos de alevillas en lo más recóndito de mi masa.


-¡Qué me beses, idiota!- imperé.




miércoles, 1 de octubre de 2014

Las cuerdas, el corazón y el bolero

    Sonaron las primeras notas procedentes de una vieja radio. La vibración de esas cuerdas envolvió no sólo el cuarto. Los sonidos se escaparon por puertas y ventanas llegando a muchos oídos que sorprendidos dejaron sus quehaceres para prestar atención.

    Con sus manos en la guitarra enamoró a todas las damas porque no sólo usaba dedos, ponía en ello su alma. Bailaba él con su instrumento y provocaba con ello que los muchachos del pueblo lo hicieran con las muchachas. Comenzó así la verbena y fue pasando la noche con las parejas formadas. Unos reían y otros lloraban pero todos lo hacían de felicidad.

     ¿Todos? Todos no. Había un rostro diferente entre tanta multitud.      

    Una nota tras otra lo era todo y era nada pues tan solo con oírle hasta al amor enamoraba. En su secuencia de negras, de blancas y de corcheas había una pequeña nota que descubría tristeza. ¿Por qué tan triste esa nota? ¿Qué le pasó a la guitarra?

    Era una pena muy grande que no era del instrumento sino más bien de quien lo tocaba. Todos se dieron cuenta y pararon de bailar. Quién sabe la razón por la que dejó de tocar si ni él estaba a la vista y tampoco los vio parar.

    Una brisa de aire helado recorrió toda la plaza. Los muchachos con sus chaquetas cubrieron a las muchachas. La brisa siguió su camino por las puertas y ventanas llegando por fin a la radio para atravesarle el alma.

    Se quedó todo en silencio, él derramó una lágrima y sin poder evitarlo, un ciento o dos más que cayeron sobre las cuerdas formando una curiosa canción.

    En el pueblo, desconcertados, miraban a su alrededor y de pronto una voz, entre ellos, se escuchó. Las cuerdas de esa garganta, de un marchito corazón, seguían la misma pauta obligando a las parejas buscarla con la mirada. ¿Quién era esa dulce voz?

    Encontraron el origen y quedaron asombrados. El desgarro de esa voz a todos hizo llorar. Rodearon a la anciana y la escucharon cantar. Vieron volar al sonido explorando por el pueblo rincones y recovecos buscando no sólo a la guitarra sino también a su dueño.

    Nadie sabe la razón pero en ese mismo momento el guitarrista dejó de llorar. La escuchó por un instante y luego empezó a tocar en el momento oportuno dibujando filigranas que llegaran a esa voz. Se buscaron así estos, entre la gente, por la plaza y al fin, frente a frente, se fundieron en uno sólo formando la melodía que todos los que lo vieron, entre alegría y tristeza, lo llamaron El Bolero.

    Acabó la canción de pronto impidiendo a los amantes continuar con su amor. Hubo quejas por doquier pero ya era amanecer y muchachos y muchachas volvieron a sus quehaceres vaciando así el lugar.

    Quedó en soledad ella en medio de la enorme plaza y con lágrimas en los ojos nunca paró de cantar deseando, con su amante, algún día poderse encontrar.

    Suena así todavía hoy en la vieja radio esa agridulce canción:

… Espérame en el cielo
cariñito adorado
que si Dios te ha llevado
fiel te juro ser yo…