Relato para el concurso a dúo Amor/Odio
Colaboración de Fernando Mora y Ana Lía Rodríguez
Mark esperó en el portal a que apareciera
Britney por la escalera. Como todo buen caballero portaba, entre sus manos
temblorosas, el ramillete para ponerle en su frágil muñeca. Apareció, de
pronto, como un ángel bajando las escaleras.
- ¿Qué tontería es esa
Marga? ¿Dónde se ha visto que un guaje de 17 años sea un caballero? Según como
lo has descrito, ¿qué coño va a temblar? Es el capitán del equipo de fútbol
– escribió Adrián en el google Drive cortándola de forma brusca.
Su
vestido, de un deslumbrante tono pastel, dejaba entrever un recatado escote.
Sus brazos, cubiertos por delicados guantes de organdí, parecían etéreos. La
madre de Britney no pudo reprimir una lágrima de orgullo. Su padre, adusto,
pipa en ristre, asentía aprobando, sin perder un ápice su dignidad.
-
De verdad, Adrián, que tienes la sensibilidad de un botijo. Ya presumías de ella
cuando empezamos a salir. Sólo me acompañabas al portal para magrearte conmigo.
Y yo te dejaba hacer porque estaba perdidamente enamorada de ti. Qué niñata era
– editó Marga cambiando el
color de la fuente.
Mark le ofreció la mejor de sus sonrisas. La
colocó el ramillete sobre el guante sujetándola suavemente. Estaba atónito
frente a tanta belleza y fue ahí, justo en ese preciso instante, donde se dio
cuenta que la amaría eternamente. Serían los reyes del baile de fin de curso.
- ¡No
te pongas así! Tus pechos siempre me gustaron más y eras facilona. Además que importa
si ella nunca me hizo caso. Al final me casé contigo, ¿no? Escribe y no te
enfades. A ver si ganamos este concurso. O si quieres lo dejamos para luego y
cenamos, ¿qué hay de cena? Tengo hambre – mecanografió Adrián.
Corrió
a abrirle la puerta del Cadillac ElDorado de su padre. Britney temblaba como
una hoja. Había soñado con este baile toda su vida y ahora se iba a cumplir.
Con Mark.
- ¿Es que no escuchas nunca? Estoy harta de tu falta de
respeto. Sólo me quieres para que te cocine o lave tus asquerosos calzoncillos.
Los gestos de cariño ya sólo los reservas cuando quieres que me abra de
piernas. Y casi ni eso. Sólo te falta, al terminar, limpiarte con las cortinas.
Lo nuestro se nos está escurriendo entre las manos – contestó Marga cambiando la fuente para que destacara.
- Marga, no cierres el Drive. ¡Por favor te
lo pido! Eres muy escandalosa y tergiversas lo que pongo. No mal interpretes.
Te has desconectado. No me obligues a usar el Whatsapp que no me entran los
dedos en las teclas. Contesta o me levanto. Me voy a levantar. Me estoy
levantando – escribió Adrián cambiando el tamaño de la letra.
- Abre
¡por favor! No te pongas así. Es sólo
una ficción para un concurso – dijo desde el otro lado de la puerta del
cuarto escuchando un sollozo.
- Pero ¿es que no te das
cuenta que ya no nos comunicamos más que por chat? ¿Qué nos está pasando? Ya sé
que es un cuento de hadas con lo que vamos a concursar. La vida real no es así
y el amor es algo mucho más vulgar, pura química cerebral. Pero me entristece
que veas a Britney como nunca me has mirado a mí. Y me hubiera gustado que lo
nuestro hubiera sido un poco más cursi – contestó Marga llorando y abriendo
la puerta.
-
¡Anda tonta! No te pongas así. ¿Quién tiene mis pechotes? ¡Nene quiere leche! ¿Un
pinchito rápido? – dijo Adrián magreándola y causándola una
sonrisa.
- Ya estamos como siempre
– contestó Marga quitándose la falda y obligándole a agacharse.